lunes, 16 de noviembre de 2015

JOHN SCOTFIELD-JOE LOVANO CUARTETO en VIERNES 13

JOHN SCOTFIELD~JOE LOVANO CUARTETO en Viernes/13
Scot y Joe, dos huesos duros de roer, a quienes tuve el placer de ver, en vivo y en directo, como parte de mi regalo de cumpleaños, ese ¡D-Day:V/13! lleno de A-cid jazz, hard-jazz, jazz-funk, jazz fussion... en una palabra jazz.
Y mira cómo queriendo hablar sobre el concierto no logró hacerle el quite a la fecha, no solo por aquello de que era mi cumpleaños, sino por todo lo sucedido en París, justo en una sala de conciertos, en el mismo momento en que nosotros en Utrecht disfrutábamos de Scot y su banda... de músicos... quienes al siguiente día darían el mismo concierto en... París... Cancelado, como todo en... París, gracias a una banda de... ¿cómo llamarlos? Matones? Asesinos? Criminales? Kamikazis? Dementes? Terroristas? He aquí uno de los primeros dilemas a los que nos vemos enfrentados: encontrar las palabras correctas para llamar a las cosas, hechos e individuos por su nombre... Leía no hace mucho que ésta es, por cierto, una de las primeras características de un estado de guerra... Porque para ser sinceros, es a eso a lo que nos estamos viendo abocados desde hace algunos años: a un estado de guerra, no declarada, y por lo mismo mucho más peligrosa, penetrante y dañina... Si lo sabremos bien los que nacimos y crecimos en medio de guerras, no declaradas, en las que al final nadie sabía quién era o cómo se llamaba el verdadero enemigo; pues todos se confundían con todos mientras las balas llovían de todos los frentes, dejando alrededor solo devastación, ríos de sangre y filas interminables de desplazados por la guerra...sin nombre –Third World!? o Third War!? Past-Present, es justo el nombre que Scot y su banda le han dado a la nueva producción que vinieron a promocionar en Europa; y es eso exactamente lo que se nos ha juntado y refundido sin encontrar resolución: el pasado con el presente... Porque todo lo que pasa parece tener algo que ver de alguna manera con todos esos cabos que se quedaron sueltos, y nunca terminaron por atarse ni resolverse luego de las dos guerras mundiales que –pareciera- asotaron al siglo XX...mas no a la gente de carne y hueso.
He ahí por qué, encontrar un lenguaje correcto y que nos caracterize es, sin duda, una de las cosas más importantes y necesarias en todas las áreas; también a la hora de tocar la guitarra, o cualquier otro instrumento. Y eso es precisamente lo que ha entendido y hecho John Scotfield con su arte. Scot es un guitarrista con un sello característico al que uno puede reconocer a leguas de distancia... para hacer apología de uno de sus Cds, I can see your house from here. John Scotfield es un hueso duro de roer porque -como la historia- emite y emite notas disonantes que a veces parecen no ir a ninguna parte, pero, -a diferencia de la historia-, de alguna manera, cuando el ruido parece invadirlo todo, zas, sus notas y sus acordes terminan por encontrar resolución; es entonces cuando su guitarra termina convertida en un instrumento mágico, interpretado por las manos de un virtuoso de la guitarra que se acopla a la perfección con Joe y los otros dos miembros de la banda: Bill Stewart en la batería y Ben Street en el bajo.  
Yo lo descubrí de la misma manera como he descubierto a muchos de los guitarristas que en este momento llenan mi vida y los estantes de nuestra fonoteca... a través de mi compañero-esposo-amante; quien es un verdadero aficionado al jazz y, sobre todo, a todo lo que tenga que ver con su instrumento favorito: la guitarra. Fue hace ya más de diez años, cuando estaba acompañando a M a una de sus correrías por las tiendas de música que, de pronto, allá en el fondo escuché una música que me gustó; me pareció como una especie de meditación; así que le pregunté al vendedor y, ¡oh sorpresa!, era John Scotfield. Quedé de piedra, pues, para ser completamente sincera, hasta ese momento me constaba mucho procesar sus notas disonantes cuando M tocaba algo de él en casa. Hasta aquel día me parecía demasiado duro... chillón? No, no lograba sintonizarme con ese sonido ácido, eléctrico y penetrante de su guitarra; de tal manera que cuando M quería escucharlo lo hacía en su estudio a puerta cerrada para no molestarme, ¡ups!
Luego ya de algunos años, y más experiencia, creo que su música me gustó aquel día porque es un CD especial en el que Scot toca al lado de Pat Metheny; uno de mis guitarristas favoritos porque su lenguaje y estilo se me antoja suave, dulce y tan sútil como el sonido del agua corriendo a lo largo del Sena, o cayendo melódica en una fuente cantarina de Plaza de la Concordia. Y, obvio, la combinación de estos dos lenguajes resulta bastante dinámica y tan efectiva como que... el agua es el mejor transmisor de electricidad. Compré de inmediato el CD, a escondidas de M, y en la noche se lo di de regalo. M quedó boquiabierto: yo, regalándole un CD de Scot, algo raro estaba pasando... Cuando lo empezó a escuchar entendió porque me gustaba... El nombre del CD es, I can see your house from here. Gracias a esta rara y hasta peligrosa combinación de lenguajes, me ha sido más fácil escuchar y entender el estilo propio de Scot... La Torre de Babel ha encontrado resolución y, ahora, reconozco a Scot a cien mil leguas de distancia...
Viendo en la tele las escenas de lo ocurrido ‘D-Day:V/13’, y recordando el concierto de John Scotfield y demás... vuelven a mí las mismas preguntas que me he hecho desde hace ya muchísimos años cuando empecé a leer novelas y documentos históricos que contaban sobre lo sucedido en la Segunda Guerra Mundial... ¿Y mientras todo eso pasaba, que sucedía con la demás gente en Europa? ¿Qué hacían, cómo vivían? ¿Tenían conciencia de lo que sucedía? ¿Cómo pudo ocurrir todo ese horror? Y, héme aquí, conciente de que esto que nos sucede ahora, de una u otra manera era precisamente lo que debía suceder con la gente común y corriente, como yo, hace un siglo... Todos tan ocupados tratando de llenar nuestras propias necesidades y/o satisfacer nuestros deseos; todos tratando con uñas y dientes de cuidar de nuestros trabajos, nuestras familias y nuestras casas sin tener tiempo ni ganas de enterarnos de lo que está sucediendo realmente con lo que... a pesar de... no consideramos nuestro asunto. Todos, haciéndonos cruces o gritando ¡merde! mientras vemos lo que CNN o la BBC nos muestra, sin querer oír hablar de guerra ni menos de que, queramos o no, somos parte y arte del asunto. Todos asustados, como yo, queriendo seguir en estado de gracia plena, y continúar con nuestras vidas tan normalmente como esas dos señoras que ayer domingo en París salieron a la calle a lucir sus ropas elegantes en protesta por los atentados, mas, cuando escucharon una detonación a lo lejos, corrieron y, sin ningún reparo, pasaron por encima de las ofrendas florales y las velas que yacían en el piso en honor de las víctimas inocentes.  Yes... I can see your house from here! Yes, Past-Present, es ya un nuevo hit! Viva el cuarteto de John Scotfild y... Viva la France!
Y que conste que escribo esto con... miedo!

C.S. Ariza-Olarte

sábado, 24 de octubre de 2015

Escritores atrapados en la gramática del Castellano

Montaje de "De toren van Babel", Pieter Bruegel de Oude (1525-1569) Museum Boijmans-Rotterdam

En menos de una semana, sin proponérselo, le tocó ser testigo de los intringulis de su propia lengua, y ha vuelto a pensar en el poder del Castellano frente al ‘sudado’ español del suramericano.
La primera sorpresa se la llevó al asistir inocentona a una de las actividades que hacían, “o ¿han hecho”? parte del Festival de las Noches de Invierno en La Haya, Writers Unlimited, en la que participaría su columnista holandés preferido, Bas Heijne, quien,  según “ha dicho” la reseña, tendría un duelo con un escritor argentino. El tema sería el duelo, o sea: el dolor que produce el que un ser querido muera. Y le bastó (o, ¿le ha bastado?) tan solo con escuchar  como al inicio de la charla en lo primero que el escritor argentino hizo (o, ¿ha hecho?) hincapié fue en el hecho de que él llegó a España siendo apenas un niño, y que desde entonces se siente extranjero tanto en Argentina como en España por aquello de la lengua. “Párese y váyase sin comprar su libro”, fue lo que se dijo sin necesidad de más charla. Ella que conoce perfectamente lo que ha dado en llamar, “la discriminación subliminal que quieren ejercer los españoles con el cuento del español europeo y el suramericano, y/o latinoamericano, y/o hispanoamericano, sabe que al final, dependiendo de cuál sea la situación, los muy astutos echarán mano de uno u otro adjetivo, para eso: para dejar bien asentada la diferencia.
Todavía pensando en el por qué un escritor serio se presta a estos juegos pelifachos, zas, escuchó en una entrevista que le hacía la T.V española a un presidente suramericano cómo la presentadora, tratando de parecer más inteligente que su entrevistado, lo atrapó en un pretérito perfecto; un uso del idioma que ellos hacen de una manera diferente a la nuestra, “o indiscriminada”, como yo he tratado de hacerlo notar en mis intringulis anteriores. El castellano ‘autóctono’ usará, siempre que pueda, el ‘pretérito perfecto’ para denotar pasado, mientras que el latinoamericano lo usará como la gramática española nos ha enseñado a usarlo: correctamente. Puesto que en las escuelas y demás lo que hasta ahora ha primado son las gramáticas y los diccionarios aprobados por eso llamado “Real Academia de la Lengua Española”. Por aquí todavía tenemos en el estante los de Gili Gaya.
Hoy, casi un año después, vuelve a llevarse una sorpresa al ver la convocatoria a una conferencia que dará un escritor suramericano enfocada precisamente en este tema *. No se ha realizado aún, así que no sabe si resultará otro juego pelifacho, pero no deja de ser sorprendente que precisamente en un momento en que las ordas de desplazados por las guerras en el Medio Oriente y África inundan a Europa, la academia no paré de usar el tema de la lengua como arma subliminal.
En fin, de sorpresa en sorpresa, y por la manera como el escritor argentino y el presidente suramericano se expresaron y comportaron hace como un año, sin saber que pasará mañana en la otoñal conferencia, lo único que se podría concluir es que seguimos atrapados en los juegos nacionalistas. Así que amanecerá y veremos con que juego semántico o gramatical nos siguen manteniendo embobados mientras pasa no, “El otoño del patriarca”, pero sí  las conferencias de otoño e invierno 2015...
A continuación, para los que leen holandés, anexo un pequeño texto que escribí hace ya algunos años a propósito de la Torre de Babel y el uso de la lengua como arma subliminal.
*No asistiremos porque el aforo está completo –aclaro.


De Taal als Wapen”
Wanneer men om zich heen kijkt is het duidelijk dat we in de Bijbelse tijd van ‘de Toren van Babel’ wonen. Daar spelen de talen een belangrijke rol en daarom is het geen grote verrassing dat de politici en hun volgers de talen als wapen in ‘de Toren van Babel’ gebruiken. Kijk dan naar het beeld van het kleine België dat, dankzij het misbruik van de talen, verdeelt is.
Dus, hoe zou het anders zijn in de rest van onze wereld wanneer de Internationale Organisaties als dictators met subtiele tactieken nieuwe woorden en tendensen in de talen door laten dringen?
Voor een schrijfster, zoals ik, die moderne talen heeft gestudeerd en in de harde jaren van ‘de Toren van Babel’  aan het wonen is, het grote dilemma is; is het begin van de tijden de Genesis of is het einde van de tijden de Apocalyps?
Uiteindelijk is het geen verrassing. De taal is het wapen! Maar kennis is onze macht en net zoals een paradox, de talen zijn precies onze grote bescherming tegen de onwetendheid.
Gelukkig wonen is anders dan leven!

C.S.  Ariza-Olarte

domingo, 13 de septiembre de 2015


LO MÁS INSIGNIFICANTE EN LA FIESTA DE 

MILAN KUNDERA





En el verano de su vida, un hombre se propone la tarea de recorrer su obra, y, en el trayecto, leyendo entre sus propias líneas, alcanza la iluminación: concluye que; después de todo lo vivido, visto y escrito; la esencia de la existencia radica en la insignificancia.
Es, en ese preciso momento, cuando sin más reticencias acepta que toda su vida, como la de todos los mortales, ha estado signada por ella: la insignificancia del ser, y, para celebrarlo, convida a sus mejores amigos a una fiesta en la que se hará honor a ella; ya con el conocimiento de que es allí adonde se anida la clave de la sabiduría y del buen humor.
Montado en un carrusel infantil, celebrando la belleza que se esconde detrás del reírnos de todo y de nada, regresará a sus inicios, al tiempo aquel en que escribió La Broma y, haciendo apología de ella, centrará su fiesta en una de las más famosas, crueles y estúpidas bromas de Stalin. Para aproximarnos a dicho personaje histórico citará Las Memorias de Nikita Krushchev –quien siendo arte y parte del Politburo, algunos años después de la muerte de Stalin llegó a ser el líder supremo del imperio soviético, y ya, sin el cuchillo de Stalin en su pellejo, contó su propia versión del cuento-. Dos personajes de los cuales los jóvenes de ahora, marcados por la ignorancia y la insoportable liviandad de los tiempos modernos, no parecen tener mayores referencias; al igual que ninguno de los visitantes de los jardines de Luxemburgo en París –sitio de encuentro de los protagonistas- parece tener idea de quién o quiénes son las reinas de Francia, ni los personajes inmortalizados en las estatuas que sirven de ornamento; cosa que a ellas y ellos más parece liberarlos del peso de sus glorias pasadas que condenarlos por todos sus excesos; y he aquí cómo, casi sin darnos cuenta, luciendo un bonito y pesado sombrero el autor nos va introduciendo de nuevo en el quid de otra de sus novelas cumbres, La Insoportable Levedad del Ser; en la que la levedad termina por confundirse con, precisamente, algo semejante a la iluminación.    
No obstante todo lo hasta aquí dicho, La Fiesta de la Insignificancia parece haber sido escrita para hacernos caer en cuenta de algo, para conducirnos al ombligo de un asunto que como que se nos escapa, o no acaba de caérsenos encima, y parece estar suspendido en el tiempo con la misma levedad con que una pluma flota en el cielo raso, presagiando la inminente caída de uno que otro ángel, o, quizás, el estallido de una nueva guerra. Es cuando una se pregunta a dónde exactamente quiere conducirnos Kundera; porque -como el protagonista lo da a entender desde el comienzo, haciendo uso de una bonita metáfora-, hay diferentes maneras de llegar a la meta deseada; al final, todos los caminos conducen a Roma, así como al vientre imaginado.
Lo insignificante del cuento, como insignificante parece ser a simple vista la broma de Stalin, termina por convertirse en algo que hace bastante significativa la historia... Es casi siempre por la puerta más escondida, la menos obvia, la más insignificante, por la que se llega más fácilmente a la meta. Y, tratando de abrir dicha puerta, nos encontramos con una llave en forma de enclave ruso: Kaliningrad. Un puerto casi desconocido, situado en un punto bastante estrátegico de Europa, con un nombre tan absurdo como lo era Kalinin, el hombrecito que, gracias a otro de esos chistes perversos de Stalin, terminó, vamos a decir, casi que inmortalizado. Y es que Kalinin lográ algo imposible: luchando contra su propia incontinencia urinaria, que lo ha convertido en el hazmerreír de todos los miembros del Politburo, termina por despertar en Stalin un sentimiento parecido en algo a la compasión o, mejor, al amor maternal; y solo por brindarle a Stalin este instante supremo de luz en medio de todas sus tinieblas, Kalinin pasará a ser el único que no será recordado por sus atrocidades, ambiciones, crueldad y vanidad.  Kalinin, es así la chispa divina que le señala a Stalin el retorno a su estado original, a su Itaca, a ese lugar al que todos quisiéramos regresar por, quizás, simple Ignorancia -nombre de otra de las obras cumbres de Kundera-. “La palabra griega que denota ‘retorno’ es nostos. Algos significa  ‘sufrimiento’. Por ende, “nostalgia es el sufrimiento causado por un viaje de regreso bastante intranquilo[…]  Nostalgia y/o añoranzas, las dos dos, nos explica el autor, derivan del latín ignorare, y etimológicamente hablando nostalgia viene a ser el dolor causado por la ignorancia, por el no saber. Tu estás muy lejos y yo no sé que está sucediendo o ha sucedido contigo[...]  (M. Kundera, Ignorance, pags. 5-9).
Y así, luego de abandonar el carrusel infantil nos vemos abocados a presenciar el paso de un carruaje con aires bastante funébres, que deja un hálito de despedida animada por un coro de niños que entona “La Marseillaise”; mientras el narrador se ha ido despojando de sus máscaras al reconocerse en el rostro de los otros y, aunque no se arranca los ojos como Edipo, en un acto supremo de reconocimiento, no solo ve la paja en el ojo ajeno sino que se la saca del suyo propio. Y que conste que digo reconocimiento, muy diferente a eso llamado arrepentimiento. Es entonces de esta manera como alcanza la liberación total y parece irse tras el cortejo fúnebre livianito de peso.
Así, en una novela corta, cortisíma, Kundera nos deja todo un legado y, se me antoja, hasta una advertencia, Ojo con Kaliningrad, el enclave ruso situado en el mar Báltico entre Polonia y Lituania; parece tan insignificante que quizás se nos estalle en las narices  como una bomba de tiempo. 

Carmen Socorro Ariza-Olarte 

miércoles, 12 de agosto de 2015

Ursula K. Le Guin y su mano Izquierda

Ursula K. Le Guin y su mano izquierda

Para hablar de una novela clave en el mundo de la ciencia ficción y de su autora, la señora Úrsula K. Le Guin - toda una personalidad en el mundo literario-, lo mejor es dejar de lado lo obvio:  que en la época en que fue escrita, 1969,  La Mano Izquierda de la Oscuridad fue una novela anarquista, y que Úrsula ha sido considerada por muchos críticos una escritora también anarquista; único asunto en el que, más o menos, se han basado muchos estudios,  académicos y críticos. 
Si su anarquismo aún hoy en día sigue siendo tema de discusión, es fácil imaginar cómo debió haber sido en aquellos años en los cuales en Norteamérica hablar de comunismo, homosexualidad, revolución sexual, evolución y demás era casi un delito. No obstante, para alguien que leyó la novela por primera vez en el 2014, -cuando el tema Snowden, el traidor, y la invasión rusa a Croacia estaban en pleno furor-, y acaba de terminar su re-lectura, aquí y ahora, verano del 2015; más allá de todo anarquismo lo que sorprende es lo real, actual y contemporánea que resulta la novela, casi 50 años después. Pues, a pesar del resto, es un hecho que el matrimonio gay ha sido aceptado en el mundo ‘civilizado’, y que ya se habla de transexualidad abiertamente; además de que debido a todos los problemas con los ríos de inmigrantes y refugiados, venidos de todos lados, ya se habla también en los medios y demás de que el ‘Muro ha regresado, tanto en Europa como afuera’’. (NRC-martes 11-08-2015)
En una primera lectura  -la cual formó parte de un ‘Coursera-curso’, Fantasy and Science Fiction: The Human Mind, Our Modern World, dictado por el profesor Eric Rabkin-University of Michigan-, en un ensayo corto que pueden leer en inglés al terminar este texto, mi primera frase estuvo relacionada con la complejidad de la novela, y lo difícil de enfocarse en un solo punto, precisamente porque a mi modo de ver la novela era el producto de las circunstancias en las que en ese momento preciso de la historia mundial su autora tuvo que vivir: los revolucionarios años 60; años de Guerra Fría, Vietnam, hippismo; Sexo, drogas y rock-and-roll; aparte de la disputa entre los anarquistas-comunistas y los republicanos- capitalistas. Ahora, después de una segunda lectura el punto que más me ha cautivado es cómo Le Guin ha usado el hielo a manera de metanarración. Si la novela tiene algo de extrapolativa es solo la forma como Úrsula se las ingenió para contarnos lo que en aquel momento sucedía a su alrededor, principalmente eso llamado Guerra Fría y todo lo que generaba: espionaje, control de fronteras, embargo cultural y comercial, campos de concentración, esclavitud y miedo; de ahí la creación de un planeta llamado Invierno, donde lo que predominan son las temperaturas bajo cero, las nieves eternas y el hielo sobre el cual tienen que moverse los dos protagonistas... Uno, un gethenian llamado Therem Estraven, nacido en Invierno, y por lo tanto todo un experto en el arte de caminar, deslizarse y resbalarse sobre el hielo, sin dejarse vencer por el; y el otro, un terrícola llamado Genli Ai que, para poder llevar a cabo su misión de conseguir que Invierno y sus habitantes se unan a una especie de Comunidad Intergaláctica liderada por una organización ‘Ekumenical’ que se encarga de brindar y promover la civilización -entendendida como aquello que hace que los seres humanos se sientan orgullosos y no avergonzados-, y ayuda a todos los participantes a abrir líneas de comunicación que les brinden nuevas alternativas en cosas tan importantes como el intercambio cultural, la ampliación del conocimiento y la apertura de nuevos mercados entre los diferentes pueblos; o sea: algo así como lo que se supone debería ser eso llamado Globalización.  Dicha organización parece no ser más que una especie de ONU, ya no a nivel global, pero en una escala Intergaláctica, de la que forman parte más de 3000 naciones, o grupos antrotípicos, repartidos en 83 planetas.
Así, para poder romper el hielo y llevar a cabo su labor, es mucho lo que Mr. Ai debe aprender de la mano de su maestro geteniano Estraven; acusado de traidor por creer en un mundo mejor  y en el cuento de Mr. Ai. Dos seres al parecer tan disímiles que la relación que se establece entre ellos desde el comienzo está marcada por la desconfianza; precisamente aquello que hace casi imposible entablar líneas reales de comunicación entre los seres humanos, y llegar a acuerdos verdaderos entre los pueblos. Comunicación parece ser entonces una de las claves para vencer el hielo, por eso también se convierte en una amenaza real y latente; de tal manera que en algún momento Estraven le dice a Mr. Ai que si en Invierno fuese posible la comunicación telepática, de la que él le está hablando, está sería prohibida de inmediato por ser considerada subversiva – vaya coincidencias-.
En fin,  luego de una larga y peligrosa travesía; tanto interior como exterior, espiritual y física; estos dos polos opuestos logran por fin vencer el hielo y alcanzar la meta, transformando la desconfianza y el frío en un sacrificio de Amor.
Parte de la técnica está basada en una especie de juego diplomatico que Le Guin llama schigrethor, que como todo juego puede ser sucio y conducir al caos y la nada, o, por el contrario, puede jugarse a elevados níveles éticos que conduzcan al éxito. Por lo mismo el juego de alguna manera resulta similar al milenario y sagrado juego del Ajedrez, que combinado con las filosofías taoista/budista promeven el ‘comer con mesura y cuidar de nuestras palabras’, y nos recuerdan que en vez de empeñarnos en buscar respuestas, lo que debemos aprender es a enunciar bien las preguntas. El juego es importante porque jugándolo saldrán a relucir algunas de las cosas que Le Guin consideró esenciales a la hora de resolver conflictos y de lograr establecer diálogos que nos conduzcan a soluciones mucho más civilizadas que la guerra, vista y descrita como lo más opuesto a civilización.
Para introducirnos en el conflicto en el que por siglos se encuentran sumidos los pueblos de Invierno, haciendo uso de una broma, Estraven le dice a Mr. Ai que allí ese tipo de problemas no pasan de ser  ‘una simple disputa familiar’, frase que de inmediato no solo nos hace pensar en la renovada Guerra Fría entre Rusia y USA, sino también en la eterna disputa entre Israel y Palestina.. Quarrels, murders, forays, vendettas, assassinations, tortures and abominations, all of these were in their repertory of human accomplishments, but they did not go to war. They lacked, it seemed, the capacity of mobilize.”   Algo así como la también inacabable disputa interna de algunos países latinoamericanos, la cual Carlos Fuentes nos describió a la perfección en su novela La Región más Transparente... En México no hay tragedia: todo se vuelve afrenta...
Y bueno, si todo esto que les he contado no es actual, lo único que podríamos es repetir a Marx, quien usando las palabras de Nietszche nos recordó  que la historia de tanto repetirse termina por convertirse en farsa, o, al contrario, la farsa de tanto repetirse termina convertida en historia... tal vez porque, como lo dice Le Guin... primitivismo y civilización no son opuestos, y, por el contrario, son solo escalones de una misma escalera en la que... quizás, la verdad solo sea una cuestión de imaginación... pues después de todo, la mano izquierda de la oscuridad es la luz.
C.S. Ariza-Olarte

Pd/ A continuación podrán leer el mini-ensayo del que les hable anteriormente.

Sine-Qua-Non (Condition)
To say that The Left Hand of the Darkness (LHD) is a compound and complex novel could be a reasonable starting point. Bible and chessboard are some keys, and the interaction between realism/fairy-tales/science-fiction is what holds the attention when someone reading the novel. Therefore you can think that this essay is going to… Nowhere. But the point is that wherever it’s going is by a ship-timejumping and not by horse (L.H.D,p.38-39). Traveling as fast-as-light along these frontiers the intensity of the actions and emotions and the richness of language, do, however, open the novel to speculative interpretations about life in other galaxies, and most important about life in 1960s world in particular. Le Guin’s cosmology isn’t extrapolative (L.H.D, p.xiv). She ‘only’ has recreated our internal-and-international conflicts. She changes our micro-cosmos into a macro-cosmos and, to do so, she transforms a circle to a chessboard. If she has created a cosmology it’s only for literary purpose. 
Trying to find a vector you can imagine a forty-years-old American woman, married with an alien-French-man, living and writing in on very historical and particular period, 1968-69: Cold-war, students-revolution, the-first-man-on-the-moon, Vietnam-war, hippies sexual-liberation, existentialism, racism-and-immigration, the Wall, and the no-end-biblical  Israel-Palestine conflict (L.H.D,p.104-131). Hence, at the moment to decide what is the most-important-point many of us could felt: cultural-shocking’s, technology, religion, politics, diplomatic-alliances, sex, linguistic, alchemy, esoteric, survival… What next? As they say in Ekumenical School, when actions grows unprofitable, gather information; when information grows unprofitable, sleep.(L.H.D,p.44) Or*… go… to Kermland, the place to make love. The land of the traitor (L.H.D,p.132-138). But, “what makes a man traitor”, ask the king Argaven to the Stabiles on Hain. “I don’t know what makes a man a traitor*. No man considers himself a traitor: this makes it hard to find out”(L.H.D, p. 41). Well, it could be an interesting question for the Snow-den-man seeking asylum in/on The Pering Ice land in which difficult conditions determining the next move on the shifgrector-chessboard. Any-way…Light is the left hand of the Darkness.   
1-      Le Guin Ursula, The Left Hand of the Darkness (LHD), ACE Books, N.Y. 2010
2-      Bible; #40(LHD p.11): period of testing, trial of probation/ Keys of Ennoch(LHD p. 23-26): The Reconnection in the Book of Knowledge explain how the human race is connected with a more advance higher evolutionary structure of universal intelligence. The linkage is made through 64 future-science’s areas.
Chess; The Book of the Balance: “In China, this square was sacred because each number had esoteric path, which provides the larger ‘Magic Square of Mercury’made 8 by 8 squares.
3-       htpp://www.propheticrevelation.net/misc/ecumove.htm
      


 

domingo, 26 de julio de 2015

El cuento chino de César Aira

EL CUENTO CHINO DE CÉSAR AIRA...
...paradójicamente hablando... empieza con mi propio cuento. Resulta que cuando me senté a escribir este texto ya tenía el título desde hacía por lo menos dos meses. Exactamente lo que hace que leí la novela corta de César Aira que lleva por título El Mármol. Historia que se me antojó un entretenido cuento chino, por lo cual decidí que si escribía algo sobre Mármol le pondría por título El Cuento Chino de...  Así nomás se me chispotió el nombre, sin tener ni la más madre idea de que Aira ya había publicado una novela titulada Una Novela China, de la cual yo no había oido nada de nada.
Como ven está complicado, por eso he querido zanjar la duda contando primero mi cuento; me ha quedado sonando si se trata de la misma novela reeditada bajo otro nombre o es otra diferente. Práctica que al parecer es común, y sirve a los editores para poder vender más; esto lo leí en un blog de un agente literario.
De pronto alguno de ustedes me ayude a dilucidar este misterio, que además espero les ayudé también para entender que estoy escribiendo sobre César Aira sin conocer su obra a profundidad y, menos, sin tener mucha información sobre su vida, obra y milagros. Y es que aunque parezca raro esa escaces de información es lo que más me gusta de él, y  lo que más me ha motivado a escribir sobre él y su novela El Mármol. Desde que empecé a leerlo mi experiencia me ha mostrado que no es un autor fácil de encontrar y por lo mismo leerlo me ha parecido uno de esos raros privilegios. Al comienzo pensaba que era porque lo estaba buscando aquí en Holanda, el pequeño reino en el que habito, mas la verdad es que no era solo por eso, es porque es difícil de encontrar. He ahí porque leerlo me ha hecho moverme entre el orgullo pendejo y una especie de tristeza de lectora-escritora desconocida.
Y es que, como para rematar la rareza,  la manera cómo llegué a este escritor fue de lo más inusual. Fue a propósito de una conferencia que dictaría Carlos Fuentes en la Universidad de Ámsterdan, hace ya más de diez años, que me dio por  escarbar en mis archivos y me encontré con una entrevista que le habían hecho en la Feria de Guadalajara en la cual, a manera de cierre, le preguntaron por la nueva camada de autores en su opinión dignos de tener en cuenta y, entre dos o tres nombres más, salió a relucir el de César Aira.
Con la lista de nombres me fuí a buscar en las librerías de Utrecht algo de ellos, pero nada de nada, tampoco había nada en las dos bibliotecas que frecuentaba entonces: la del Cervantes y la pública, así que pedí en una de ellas que si podían buscar para mi un ejemplar de César Aira y, como a las dos semanas me avisaron que tenían dos libros de él listos para ser prestados. Uno era un cuento largo llamado, Cómo me hice Monja y el otro Cumpleaños... No los leí los devoré... Y no voy a decir brutos, sin embargo me encantó encontrarme con una manera totalmente diferente de contar, de escribir; algo no muy fácil de digerir, pero entretenido y con un contenido escondido en una metanarrativa sin grandes pretensiones. Me pareció entonces que su manera de narrar y de acabar sus novelas seguía en algo las pautas que el cine francés dictaba por aquellos años: historias complicadas con finales más o menos indescifrables, abiertos a las mil y una posibilidades e interpretaciones. Puesta a escoger, recuerdo que me quedé con Cómo me hice Monja. Cumpleaños me costó mucho más digerirla, algo no fluyó.

En este momento si tengo dos de sus novelas en mi biblioteca personal es sólo porque sin poder encontrarlo en ninguna parte, en dos de mis viajes a Colombia me ha dado por preguntar en las librerías por él y, un poco sorprendidos, han ido a buscarlo a la trastienda. La primera vez no me pareció extraño; pensé que quizás acababan de recibir un pedido y no habían tenido tiempo de ponerlo en los estantes, pero cuatro años más tarde sucedió lo mismo... Fue cuando mi propio cuento me empezó a sonar más raro que sus propios cuentos.
Este año, 2015, estando de visita en Bogotá asistí a la Feria del Libro y en el pabellón de Macondo –dedicado a Gabriel García Márquez-,  me dio por preguntar por él y, luego de escarbar entre las cajas, me mostraron su novela  El Mármol, editada por La Bestia Equilatera de Aguilar en 2011. El dichoso cuento chino con el que les empecé mi propio cuento.
El Mármol aparte de genial es divertida, loca, desquiciada, abstracta y al mismo tiempo trae un mensaje cifrado que puede parecer muy superficial, pero escarbando uno descubre que lo que nos está contando es algo que nos ha venido sucediendo ya desde hace algunas décadas como resultado de la invasión de productos chinos en nuestros débiles mercados. Productos que en la novela están representados por una serie de figuritas o, como decimos en mi tierra, maricaditas de esas que al final no sirven para nada, las cuales además de inútiles ni siquiera son de mármol sino de plástico... y si eso no es un cuento chino entonces  ¿qué?
Algo más que les puedo contar de la súper prolifica obra del argentino César Aira es que aparte de las novelas que les he nombrado he leído dos más que se me antojan tal vez las mejores, la primera, Las Noches de Flores y la segunda, Parménides. Y digo prolifica porque como dijo de él Carlos Fuentes, Parece que escribe hasta cuando se está bañando. Algo que suele causar cierto malestar e incertidumbre a sus críticos, algunos de los cuales piensan que su estilo es descuidado, sus historias superfluas y, sobre todo, lo que creo molesta más, es que no es un escritor comprometido con nadie ni nada, excepto con el arte de escribir: su trabajo, su pasión y su vida; si he entendido bien lo que de él va dejando por ahí en sus novelas.
Carmen Socorro Ariza-Olarte

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