Historia
de dos lenguas y una traducción
¿Cuándo
empieza en realidad a gestarse una historia?, fue la pregunta que se repitió
una y otra vez en mi cabeza anoche, luego de haber sido confrontada conmigo
misma y con la traducción que, como simple aficionada, hice encantada de un
poema de Caroline Bird (el cual pueden leer en mi entrada anterior) llamado en
su versión original en inglés, “CHECKOUT”.
Y quizás el
título que le doy a esta disertación –si así puede llamarse—, no sea el
correcto, puesto que en mi vida diaria no hay dos, sino tres lenguas, que se
debaten, mezclan, bloquean o fluyen constantemente: Español (lengua ‘materna’);
Inglés (segunda lengua) y Neerlandés (tercera lengua). Como escritora,
normalmente escribo en Español; como lectora lo hago en cualquiera de las tres
lenguas y, en mi vida cotidiana, la lengua es el Neerlandés; y, por ende, al
traducir tanto como gano, suelo también perder un tris; algo en alguna parte
que hace que no me sienta totalmente satisfecha con el resultado, o piense que
pude haberlo hecho mejor. Esto precisamente me ha sucedido con este poema en
particular; el cual empezó a darme vueltas en la cabeza hace ya más de 2 años,
cuando me dio por morderlo cual manzana de la discordia.
Fue en medio de la Pandemia, cuando nos dieron salida
por dos o tres semanas, que me encontré en una librería con el libro de poemas
de una escritora de la que nunca antes había oído hablar (Caroline Bird) y,
luego de una ojeada rápida, me decidí a ponerlo en mi cesta, cosa de la cual no
me arrepiento (ver la nota con el cuento en mi entrada anterior). Por el
contrario, me ha gustado mucho, tanto que no pude dejar de repetir y traducir
en mi cabeza el poema que nos ocupa, ‘Registro de Salida’, como yo decidí
llamarlo. En fin, el primer borrador del poema fue quedando en un cuaderno en
el que cada entrada, cada nueva idea o perspectiva diferente tuvo su registro correspondiente;
hasta que entendí más y más la dimensión
total del poema. Traducir, puedo ahora asegurarlo, no es una cuestión fácil,
cada poema es una obra y, como tal, es una labor muy compleja; de ahí que
siempre, aún antes de haberme puesto en esta tarea, me sorprendiera mucho la
manera como algunos traductores decían haber traducido una novela completa de
algún autor archiconocido en cuestión de días. Eso para no hablar de las nuevas
tecnologías, Chatbots o IA’s .
Con este signo de interrogación danzando, lo mágico de
mi historia llegó un fin de semana cuando me reencontré de nuevo con el dichoso
poema y, al leerlo en voz alta, por fin me sonó bonito y me gustó como había
quedado. Entonces llevada por un impulso quise colgarlo en mi blog.
Mi blog, lo
aclaro, no es un sitio muy concurrido, vamos a decir que solo cuando me animo a
enviarle el link a mis dos lectoras-amigas, alguien diferente a mí lo lee. ¿Por
qué?, no me pregunten a mí, pregúntenle a Google, sorry! Así
entonces el sábado 3 de marzo del 2023, le hice una foto-montaje al libro de
Caroline y procedí a colgar junto a la foto mi traducción del poema. Así se
quedó, pues todavía no me animé a publicarlo, algo no acababa de convencerme. Entre
frustrada y pensativa, entonces, me dio por ver mi Twitter y, zas, me llevé la
sorpresa de que una poeta a quien sigo a diario (Robin Myers) había hecho
alusión a algo de Caroline Bird en su cuenta. ¡Vaya casualidad!, pensé, y lo
consideré una buena señal… ¡Era hora de publicar el poema! Así lo hice y,
cuando estuvo listo, le envié el link a mi lectora-amiga-prima (MaríaSantina),
quien un ratito más tarde me respondió diciendo que le había encantado… Así, ya
había llegado el domingo: yo habito aquí en Utrecht; y ella allá en Carolina
del Norte.
En la
tarde, de pronto mi prima me envió un mensaje preguntándome si en el poema,
vamos a decir, la hablante, le había mentido o no al ángel, y me hizo dos o
tres correcciones gramaticales, que yo le agradecí infinitamente (problemas de
lenguaje dentro de mis sistemas digitales, ¡ups!). Sobre la pregunta, le
respondí lo que yo pensaba y listo. No obstante ella insistió con sus preguntas
y, yo, tratando de entender su confusión, le dije sinceramente lo que creo he
aprendido sobre el oficio de leer, y el de traducir. Le dije que yo en realidad
como traductora era una especie de ‘traidora’, y que por eso quizás mi
traducción no se ajustaba del todo al texto original, pero que también era
verdad que los buenos poetas y los buenos poemas tienden a ser poco
transparentes, poseen zonas grises, que se prestan a múltiples interpretaciones
y que eso en inglés se denomina, ‘WIT’; además, añadí, que no
debíamos tampoco perder de vista el hecho de que el poema estaba sacado de su
contexto (la colección completa). Y, para cerrar, le envié una foto del poema
original. Aquí les aclaro que ella, como ciudadana americana que es, domina
mucho más que yo el idioma inglés; así que no me sorprendió para nada que un
poco más tarde me hubiese enviado un correo diciéndome que la confusión estaba
en mi traducción de la palabra ‘chest’.
La cual ella tradujo como ‘baúl’ y yo, a conciencia, traduje como
‘busto’.
Esto
simplemente ha sido para mí un motivo de alegría inmensa, además de alimento
para mi curiosidad de escritora-lectora-traductora; pues me ha permitido
experimentar en carne propia todo lo que he ido aprendiendo de las poetas y
traductoras que han formado parte de mi vida en los últimos 4 o 5 años; no sólo
como escritora, sino también como aprendiz de poeta. Entiendo mejor las discusiones
alrededor de la veracidad y transparencia que debe o no tener un traductor
cuando trabaja un texto. Pensé en lo interesante del ejercicio que sin
proponérnoslo habíamos emprendido mi prima y yo. Pensé en la historia de una
palabra dicha por una poeta en su propia lengua, y la historia de la misma
dicha por una traductora en su lengua materna. Pensé y pensé… que una cosa es
la historia detrás y otra las connotaciones semánticas y, entonces, me dije,
que mejor no adentrarme tanto en ese denso campo. Puesto que a quién darle la
razón, era y es mi cuestión.
Y para no
pecar de egocentrista, ni creer que mi traducción de la palabra ‘chest’ era
o es la correcta, o la mejor, o la que más se adapta al poema; me ha dado por
reescribir el poema usando la palabra de mi prima y pues me suena bien, pero
claramente no es mi voz… Ahora bien, una
cosa es mi interpretación, o la de mi prima, y otra, muy distinta lo que la
autora, en su momento de creación y su texto original, quiso en realidad decir.
Ese es y será el misterio, la zona gris, que se quedará siendo una cuestión que
sólo ella, la poeta-autor del poema, podría ayudarnos a despejar; mas si de
algo estoy segura es de que nunca lo haría o, por lo menos yo, si fuese ella no
lo haría. Ningún poeta lo hace, creo.
Algo
diferente es que la autora se siente con su traductora a conversar y discutir
sobre el texto cuando este está en proceso de ser traducido; cosa bastante
usual me parece entender, y que puede dar también muy buenos resultados. (Debo
pensar en Don Mee Choi y sus aclamadas traducciones de Kim Hyesoon, por ejemplo).
Otro caso,
se da cuando dos traductoras, hablantes nativas de una lengua, inglés, por
ejemplo, se reúnen para llevar a cabo una traducción ejemplar de un autor y su
obra, escrita en un idioma que ellas dominan pero no es su lengua materna. (Aquí se me ocurre un caso como el de
Katherine M. Hedeen y Olivia Lott, quienes juntas, tradujeron la obra de un
marginalizado poeta colombiano a quien adoré en mi época universitaria llamado,
Raúl Gómez Jattin’s (Almost Obscene)… publicado por Cleveland State
University Poetry Center (@kmhedeen
& @oliviamlott).
Coincidencia
o no, mientras escribía esto, zas, se reportó un Twitter de Caroline Bird en la
que ella hace énfasis en una frase de un texto de Elizabeth Bishop que dice… ‘You don’t ask a poem what it
means, you have to let it tell you’.
Entonces,
para que más. Con esta frase y un té caliente en mi mano me dio por volver a
leer mi dichosa traducción y, como de la nada, zas, lo agarré, el detalle final,
era simplemente que había usado un indicativo cuando debía haber usado el
subjuntivo… es ‘pueda’ y no ‘puedo’. Una pinche vocal y, zas, toda la
estructura se ve afectada. Y es obvio, en Inglés no hay subjuntivo que valga!
Carmen Socorro Ariza-Olarte
Un Poema de Caroline Bird*
De la
colección titulada: The Air Year, Checkout, pag. 16
“Registro
de Salida”
Traducido
por C.S. Ariza-Olarte
Yo pienso… Así que esto es la muerte y… me sorprende
que
aún puedA ver a través de mis ojos. Un ángel
se aproxima con una encuesta que pregunta…
Qué calificación le daría a mi vida (muy buena, buena,
regular, mala, muy mala),
tiendo a pulsar
‘regular’ y,
al maldecir, rememoro tu rostro como
un valioso busto de historieta
cómica
brillando cual sol Azteca y… marco
‘muy buena’.
Abajo, en la casilla de comentarios, escribo
‘buen trabajo’. El ángel me pregunta si he disfrutado
mi estadía y yo le respondo… ¡Oh sí, sin duda
regresaría! Él, me echa una lánguida mirada
como quien dice… Eso no será posible, pero gracias
de todas formas; chasquea su esfero y se desvanece
en el aire.
C.S. Ariza-Olarte, Utrecht
*En la foto pueden leer el poema original de Caroline Bird, THE AIR YEAR, PAG,16 / Carcanet, U.K.
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