martes, 14 de marzo de 2023

 

    


Historia de dos lenguas y una traducción

¿Cuándo empieza en realidad a gestarse una historia?, fue la pregunta que se repitió una y otra vez en mi cabeza anoche, luego de haber sido confrontada conmigo misma y con la traducción que, como simple aficionada, hice encantada de un poema de Caroline Bird (el cual pueden leer en mi entrada anterior) llamado en su versión original en inglés, “CHECKOUT”.

Y quizás el título que le doy a esta disertación –si así puede llamarse—, no sea el correcto, puesto que en mi vida diaria no hay dos, sino tres lenguas, que se debaten, mezclan, bloquean o fluyen constantemente: Español (lengua ‘materna’); Inglés (segunda lengua) y Neerlandés (tercera lengua). Como escritora, normalmente escribo en Español; como lectora lo hago en cualquiera de las tres lenguas y, en mi vida cotidiana, la lengua es el Neerlandés; y, por ende, al traducir tanto como gano, suelo también perder un tris; algo en alguna parte que hace que no me sienta totalmente satisfecha con el resultado, o piense que pude haberlo hecho mejor. Esto precisamente me ha sucedido con este poema en particular; el cual empezó a darme vueltas en la cabeza hace ya más de 2 años, cuando me dio por morderlo cual manzana de la discordia.

Fue en medio de la Pandemia, cuando nos dieron salida por dos o tres semanas, que me encontré en una librería con el libro de poemas de una escritora de la que nunca antes había oído hablar (Caroline Bird) y, luego de una ojeada rápida, me decidí a ponerlo en mi cesta, cosa de la cual no me arrepiento (ver la nota con el cuento en mi entrada anterior). Por el contrario, me ha gustado mucho, tanto que no pude dejar de repetir y traducir en mi cabeza el poema que nos ocupa, ‘Registro de Salida’, como yo decidí llamarlo. En fin, el primer borrador del poema fue quedando en un cuaderno en el que cada entrada, cada nueva idea o perspectiva diferente tuvo su registro correspondiente;  hasta que entendí más y más la dimensión total del poema. Traducir, puedo ahora asegurarlo, no es una cuestión fácil, cada poema es una obra y, como tal, es una labor muy compleja; de ahí que siempre, aún antes de haberme puesto en esta tarea, me sorprendiera mucho la manera como algunos traductores decían haber traducido una novela completa de algún autor archiconocido en cuestión de días. Eso para no hablar de las nuevas tecnologías, Chatbots o IA’s .

Con este signo de interrogación danzando, lo mágico de mi historia llegó un fin de semana cuando me reencontré de nuevo con el dichoso poema y, al leerlo en voz alta, por fin me sonó bonito y me gustó como había quedado. Entonces llevada por un impulso quise colgarlo en mi blog.

Mi blog, lo aclaro, no es un sitio muy concurrido, vamos a decir que solo cuando me animo a enviarle el link a mis dos lectoras-amigas, alguien diferente a mí lo lee. ¿Por qué?, no me pregunten a mí, pregúntenle a Google, sorry! Así entonces el sábado 3 de marzo del 2023, le hice una foto-montaje al libro de Caroline y procedí a colgar junto a la foto mi traducción del poema. Así se quedó, pues todavía no me animé a publicarlo, algo no acababa de convencerme. Entre frustrada y pensativa, entonces, me dio por ver mi Twitter y, zas, me llevé la sorpresa de que una poeta a quien sigo a diario (Robin Myers) había hecho alusión a algo de Caroline Bird en su cuenta. ¡Vaya casualidad!, pensé, y lo consideré una buena señal… ¡Era hora de publicar el poema! Así lo hice y, cuando estuvo listo, le envié el link a mi lectora-amiga-prima (MaríaSantina), quien un ratito más tarde me respondió diciendo que le había encantado… Así, ya había llegado el domingo: yo habito aquí en Utrecht; y ella allá en Carolina del Norte.

En la tarde, de pronto mi prima me envió un mensaje preguntándome si en el poema, vamos a decir, la hablante, le había mentido o no al ángel, y me hizo dos o tres correcciones gramaticales, que yo le agradecí infinitamente (problemas de lenguaje dentro de mis sistemas digitales, ¡ups!). Sobre la pregunta, le respondí lo que yo pensaba y listo. No obstante ella insistió con sus preguntas y, yo, tratando de entender su confusión, le dije sinceramente lo que creo he aprendido sobre el oficio de leer, y el de traducir. Le dije que yo en realidad como traductora era una especie de ‘traidora’, y que por eso quizás mi traducción no se ajustaba del todo al texto original, pero que también era verdad que los buenos poetas y los buenos poemas tienden a ser poco transparentes, poseen zonas grises, que se prestan a múltiples interpretaciones y que eso en inglés se denomina, ‘WIT’; además, añadí, que no debíamos tampoco perder de vista el hecho de que el poema estaba sacado de su contexto (la colección completa). Y, para cerrar, le envié una foto del poema original. Aquí les aclaro que ella, como ciudadana americana que es, domina mucho más que yo el idioma inglés; así que no me sorprendió para nada que un poco más tarde me hubiese enviado un correo diciéndome que la confusión estaba en mi traducción de la palabra ‘chest’.   La cual ella tradujo como ‘baúl’ y yo, a conciencia, traduje como ‘busto’.

Esto simplemente ha sido para mí un motivo de alegría inmensa, además de alimento para mi curiosidad de escritora-lectora-traductora; pues me ha permitido experimentar en carne propia todo lo que he ido aprendiendo de las poetas y traductoras que han formado parte de mi vida en los últimos 4 o 5 años; no sólo como escritora, sino también como aprendiz de poeta. Entiendo mejor las discusiones alrededor de la veracidad y transparencia que debe o no tener un traductor cuando trabaja un texto. Pensé en lo interesante del ejercicio que sin proponérnoslo habíamos emprendido mi prima y yo. Pensé en la historia de una palabra dicha por una poeta en su propia lengua, y la historia de la misma dicha por una traductora en su lengua materna. Pensé y pensé… que una cosa es la historia detrás y otra las connotaciones semánticas y, entonces, me dije, que mejor no adentrarme tanto en ese denso campo. Puesto que a quién darle la razón, era y es mi cuestión.

Y para no pecar de egocentrista, ni creer que mi traducción de la palabra ‘chest’ era o es la correcta, o la mejor, o la que más se adapta al poema; me ha dado por reescribir el poema usando la palabra de mi prima y pues me suena bien, pero claramente no es mi voz…  Ahora bien, una cosa es mi interpretación, o la de mi prima, y otra, muy distinta lo que la autora, en su momento de creación y su texto original, quiso en realidad decir. Ese es y será el misterio, la zona gris, que se quedará siendo una cuestión que sólo ella, la poeta-autor del poema, podría ayudarnos a despejar; mas si de algo estoy segura es de que nunca lo haría o, por lo menos yo, si fuese ella no lo haría. Ningún poeta lo hace, creo.

Algo diferente es que la autora se siente con su traductora a conversar y discutir sobre el texto cuando este está en proceso de ser traducido; cosa bastante usual me parece entender, y que puede dar también muy buenos resultados. (Debo pensar en Don Mee Choi y sus aclamadas traducciones de Kim Hyesoon,  por ejemplo).

Otro caso, se da cuando dos traductoras, hablantes nativas de una lengua, inglés, por ejemplo, se reúnen para llevar a cabo una traducción ejemplar de un autor y su obra, escrita en un idioma que ellas dominan pero no es su lengua materna.  (Aquí se me ocurre un caso como el de Katherine M. Hedeen y Olivia Lott, quienes juntas, tradujeron la obra de un marginalizado poeta colombiano a quien adoré en mi época universitaria llamado, Raúl Gómez Jattin’s (Almost Obscene)… publicado por Cleveland State University Poetry Center  (@kmhedeen & @oliviamlott).

Coincidencia o no, mientras escribía esto, zas, se reportó un Twitter de Caroline Bird en la que ella hace énfasis en una frase de un texto de Elizabeth Bishop que dice… You don’t ask a poem what it means, you have to let it tell you’.

Entonces, para que más. Con esta frase y un té caliente en mi mano me dio por volver a leer mi dichosa traducción y, como de la nada, zas, lo agarré, el detalle final, era simplemente que había usado un indicativo cuando debía haber usado el subjuntivo… es ‘pueda’ y no ‘puedo’. Una pinche vocal y, zas, toda la estructura se ve afectada. Y es obvio, en Inglés no hay subjuntivo que valga!

Carmen Socorro Ariza-Olarte

  

 

 Un Poema de Caroline Bird*

De la colección titulada: The Air Year,  Checkout,  pag. 16

 

                                                                               Registro de Salida”

                                                                                                                                                             Traducido por C.S. Ariza-Olarte

Yo pienso… Así que esto es la muerte y… me sorprende que

aún puedA ver a través de mis ojos. Un ángel

se aproxima con una encuesta que pregunta…

Qué calificación le daría a mi vida (muy buena, buena,

regular, mala, muy mala), tiendo a pulsar

‘regular’ y, al maldecir, rememoro tu rostro como

un valioso busto de historieta cómica

brillando cual sol Azteca y… marco

‘muy buena’. Abajo, en la casilla de comentarios, escribo

‘buen trabajo’. El ángel me pregunta si he disfrutado

mi estadía y yo le respondo… ¡Oh sí, sin duda

regresaría! Él, me echa una lánguida mirada

como quien dice… Eso no será posible, pero gracias

de todas formas; chasquea su esfero y se desvanece

en el aire.

C.S. Ariza-Olarte, Utrecht 

*En la foto pueden leer el poema original de Caroline Bird, THE AIR YEAR,  PAG,16 / Carcanet, U.K.

 

 

 

 

                                                                              

 

 

 

  

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